(“Existir es resistir”).

Retrospectiva de una Ocupación

Museo Cristina García Rodero 11 Noviembre 2022 18:30 h.

Maysun fotografiada por César Lucas

Mi lugar – como persona y periodista visual – dentro de la causa palestina.

Mi nombre es Maysun Abu-Khdeir Granados. Soy hispano- palestina nacida en Zaragoza, España. Debido a mis raíces, he crecido inmersa en la causa palestina y, a pesar de haber nacido en España, siempre he sintiendo una fuerte conexión con mi identidad Palestina. Dicha conexión, intuitiva y
visceral como una marca de nacimiento en mi piel, me ha exigido atención y me ha causado la felicidad más absoluta y a la vez una profunda tristeza y dolor.


Prácticamente durante toda mi infancia y adolescencia, Palestina fue una parte de mi que estaba presente pero en la sombra, como un concepto ignoto que me concedía más preguntas que respuestas, siempre parte de mí y siempre a distancia.


Como muchos otros niños de familias mixtas, no aprendí árabe de niña y no tuve la ocasión de conocer a mi familia árabe hasta muchos años después, exceptuando a mi tío Ibrahim y mi primo Mohammed, que vinieron de visita a España.


Mientras tanto, en el colegio siempre era considerada extranjera en mi propia tierra. Nunca he comprendido el racismo, pero menos aún en un país como España, tan sumamente mezclado, país puente entre civilizaciones a lo largo de la historia.


Tiempo después, Entre 2002 y 2004, cuando me encontraba estudiado fotografía, comencé a retratar a la comunidad Palestina de Zaragoza y un año más tarde la de Cataluña, como una forma de encontrar y comprender mi propia identidad. Fue un ejercicio de alguna forma inconsciente, una
necesidad latente que palpitaba dentro y tiraba de mí y que, por aquel momento, no comprendía.


Fotografiar para comprenderse a una misma. Fotografiar para comprender el mundo. Fotografiar para respirar mejor. Ironías de la vida, soy asmática. Quizá busqué en la fotografía mi medicina.


A partir de 2006 comencé a viajar y vivir en algunos de los países donde se encuentran mis paisanos (a través de Palestina, Jordania, Egipto, Líbano y Siria tratando de captar la esencia de nuestra cultura y cómo la ocupación israelí afecta a generaciones enteras dentro y fuera de Palestina.


Poco a poco fui descubriendo la belleza de mi cultura, la riqueza de sus tradiciones los infinitos lazos que la conectan con mi otra cultura, la española. Pero en el camino también conocí la muerte, el miedo, la pérdida y la ingente montaña de corazones rotos que envuelven ahora esa tierra maltrecha, conocí la desesperanza y comprendí el desarraigo de todo un
país y fue como mirarme en el espejo, verme al fin. Verme y comprender a mi padre. Entender realmente cuan profunda puede ser la tristeza de no volver a ver a los tuyos en 43 años.


Este largo viaje de casi 20 años sumergiéndome en las entrañas de la identidad me ha dado y quitado a partes iguales. Ha endurecido mi piel con cada fotografía, con la historia de tantas personas que me han concedido el honor de abrir su hogar como quien abre las puertas del alma. Y en el camino, en cada casa, en cada rincón de sus vidas, he ido dejando un trocito de mí, de mi corazón hasta tener la sensación de que todos formamos parte de un gran puzzle que se resiste a ser desmontado.


Siempre he sentido más fácil contar con imágenes que con palabras y por ello, a partir de todo este camino recorrido, de las horas y horas de investigación, documentación, trabajo de campo y búsqueda personal que he realizado hasta ahora, propongo esta muestra retrospectiva, no con el ánimo de contar la verdad de lo ocurrido, pues existen muchas verdades y probablemente muchos puntos de vista, sino de contar mi verdad, la que mis ojos, mi corazón y mis tripas han visto mas tratando de ser testigo invisible y fiel de la historia que sucede a mi alrededor.

Recordar la historia es importante. Pronunciar los nombres de los pueblos palestinos arrasados durante la Nakba (la catástrofe) los hace reales y ayuda a evitar que nuestra memoria individual y colectiva se borre y se pierda en el tiempo y en la confusión creada a conciencia para ello.
Somos nuestra historia, aunque nos duela, como a quien le duele una vieja herida, cada vez que llueve.